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Células madre en los dientes, otra esperanza de vida

Células madre en los dientes, otra esperanza de vida

Susana Sánchez / El Sol de México
Diferentes investigadores en el mundo han descubierto que dentro de los dientes primarios (de leche) y terceros molares (muelas del juicio) existen células madre mesenquimales que pueden cultivarse y convertirse en prácticamente cualquier célula del cuerpo incluyendo células cardíacas,
nerviosas, óseas (hueso), hepáticas (del hígado) y muchas otras células más.

 

 

En México la filial del Banco de Cordón Umbilical (BCU), Dentcell, es el primer banco privado de criopreservación, que almacena muestras de células madre extraídas de dientes de leche, útiles para realizar tratamientos de reparación y formación de nuevos tejidos óseos y musculares, a una temperatura de 196 grados centígrados bajo cero. Desde el año 2010 ya se realizan en México protocolos de investigación que usan células mesenquimales para intentar la reconstrucción de hueso destruido por accidentes o por enfermedades. La primera aplicación de este tipo en el país fue realizada en el Hospital Juárez de México para la reconstrucción del maxilar de un joven que perdió ese hueso por una enfermedad degenerativa. Posteriormente se han realizado diferentes intervenciones en el Hospital General y otros centros médicos del país.

Hasta ahora era necesario llevar y traer las células mesenquimales de bancos de criopreservación localizados en Estados Unidos, aunque los donadores

de los tejidos fueran mexicanos. El almacenamiento de los tejidos en México que realiza Dentcell usa la infraestructura que ha construido desde hace 15 años BCU y las certificaciones de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), que pertenece a la Secretaría de Salud de México y es reconocida por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) como Autoridad Reguladora de Referencia Continental.

Técnicamente el procedimiento para la obtención de células mesenquimales comienza desde la extracción del diente de leche en el menor. La pieza debe ser retirada por un dentista antes de que se caiga, para recuperar la totalidad de la pulpa y no debe ser enjuagada sino colocada en una solución antiséptica y refrigerada para ayudar a que se obtenga la mayor cantidad de tejido viable o vivo.

Mediante un equipo de logística que mantiene frío todo el tiempo al diente de leche, se lleva la muestra al laboratorio de Dentcell donde se realiza un procedimiento que recupera tanto tejido como sea posible para cultivarlo y así obtener las células mesenquimales. En México este procedimiento ha permitido cultivar entre 2 y 3 millones de células aprovechables de un solo diente, que a su vez pueden volver a ser cultivadas para obtener una mayor cantidad de células.

Estas células pueden estar a baja temperatura muchos años, y estar disponibles rápidamente en caso de que se las requiera, sin perder su potencial biológico, de acuerdo a las investigaciones pueden curar y restaurar diferentes tejidos como; hueso, cartílago, músculo, tejido nervioso y otros tejidos cuando éstos sufren alguna lesión.

«Estas células son diferentes de las células de cordón umbilical porque aquellas se utilizan principalmente para atender padecimientos de la sangre, mientras que las células madre mesenquimales son muy útiles en la formación de hueso, ligamento y músculo. Existen muchas otras líneas de investigación sobre sus posibles usos en el futuro, pero de nada sirven esos estudios si no se cuenta con lo principal para trabajar, que son las propias células del paciente que las requiere», indicó la Maestra en Ciencias Diana Pier Gary, directora Médica de BCU. Dos características más que distinguen a las células mesenquimales son su alta capacidad para ser multiplicadas y el que permiten ser usadas en familiares que sean biológicamente compatibles. Esto significa que se pueden tomar algunas células de los 2 ó 3 millones que están almacenadas en criopreservación, utilizar algunas para aliviar el hueso o cartílago del paciente y el resto reproducirlo para volver a tener almacenadas de 2 a 3 millones de células útiles.

A partir de la primera semana de que se colectó la muestra o diente de leche es posible saber con certeza si se obtuvieron o no células mesenquimales y la posibilidad de disponer de esas células en el momento que se requieran sin permisos de importación

y exportación.

«Con las células extraídas de la pulpa de un diente de leche se puede mejorar la unión del hueso tras una fractura; se puede regenerar el paladar a niños con paladar hendido sin tantas secuelas. Ya hay trabajos sobre formación de maxilar y de dientes, y en atletas lesionados se les ha regenerado tejido de la rodilla. En el futuro se esperan más avances en el uso de estas células en la regeneración de córnea y otros tejidos. Se están abriendo muchos campos de investigación con estas células mesenquimales», señaló Diana Pier.

Es importante señalar que mientras las células madre pueden encontrarse en muchos tejidos del cuerpo, su obtención es en la mayoría de los casos un proceso invasivo o difícil, lo que no ocurre con las células madre mesenquimales de los dientes, cuya obtención es sencilla, no invasiva y existen varias oportunidades para su obtención. Además las células mesenquimales dentales tienen las ventajas de: No tener riesgo de ser rechazadas por el cuerpo.

Mayor capacidad proliferativa que otras células lo que permite cultivarse más rápidamente que otras células y por períodos más largos.

Mayor capacidad regenerativa.

En esta ocasión si cabe el dicho de «más vale prevenir que lamentar».

 

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